Cualquier persona que trabaje en un puesto de atención al cliente sabe que, cuando un usuario está descontento con un servicio que se le está ofreciendo, no tarda en comenzar las gestiones para que quede constancia de su sentimiento en forma de reclamación escrita u oral. Lo mismo pasa en sanidad.
Listas de espera surrealistas de varios meses entre una prueba y la consulta con los resultados, deficiencias en instalaciones, un mal trato por parte del personal sanitario, la frustración que siente un paciente al pensar que no están tomando en serio su problema, la percepción de que hace falta más personal, una mala praxis… Son algunas de las reclamaciones que recibe una sala de Atención al Paciente de cualquier hospital.
No se puede negar que este tipo de documentos orientan sobre el índice de satisfacción que tiene un centro hospitalario y puede mostrar qué deficiencias se pueden solucionar para dar un mejor servicio o ayudar a que un error no se vuelva a producir.
Hay que tener en cuenta que hay pacientes que pueden utilizar este procedimiento como un “arma”, llegando a amenazar con ir a Atención al Paciente si no se le da prioridad a su problema cuando, de forma objetiva, no tienen razón en su demanda.
Ahora bien, ¿qué pasa si después de nuestra visita al hospital no tenemos ninguna queja, sino todo lo contrario? ¿Se puede reflejar esa satisfacción por el trato y servicio que hemos recibido? La respuesta está de nuevo en Atención al Paciente y es afirmativa, sólo hay que decir que queremos dejar un agradecimiento.
Habrá gente que se preguntará si sirve para algo. Para nosotros/as supone un reconocimiento “oficial” del trabajo bien hecho y es un estímulo enorme ver como un paciente se toma las molestias de ir a registrarlo. Esto también es un indicador de la satisfacción del paciente, aporta mucho más que una reclamación y nos motiva y anima a seguir dando lo mejor de nosotros como sanitarios y como personas.
El personal que conforma un hospital tiene el compromiso, en general, de dar una buena atención asistencial, pero también el mejor trato humano que sea posible. Somos muchos y muchas las que intentamos dar un trato humanizado, y no siempre es fácil: a veces nuestra vida fuera del hospital nos puede afectar negativamente y tener un mal día, a veces la carga de trabajo parece que puede superarnos y no nos permite dedicaros el tiempo que nos gustaría, a veces salimos afectados de una habitación y tenemos que seguir visitando al resto de pacientes sin pararnos ni unos minutos…
Me gustaría animar a las personas que me leen a que no sólo tengan en cuenta el agradecimiento en el hospital, y también lo tengan en cualquier restaurante, hotel, tienda, museo, etc, en el que os hayan tratado de maravilla.
Alegrarle el día y motivar todavía más a un buen trabajador está en nuestras manos también como clientes/usuarios/pacientes, y nos lleva muy poco tiempo.